Automóviles
Las empresas de automoción son bastante complicadas de analizar. Es un segmento donde hasta el momento había sido muy importante la imagen de marca.
Por supuesto la marcha de este tipo de negocios se ven muy afectados por la situación económica general. Es por todos comprensible que se venden más y mejores coches en momentos de bonanza que no en las recesiones.
Además la competencia obliga a invertir mucho en investigación, desarrollo y diseño. Si a eso le sumamos que la infraestructura para fabricar también es muy cara, estamos en un negocio sin medias tintas. Necesita funcionar bien para ser rentable.
La cuestión es que aquí también ha sido determinante la irrupción tecnológica. En concreto con nombre y apellidos: Elon Musk. Tesla ha pisado a fondo el acelerador hacia la transición del motor de combustión al eléctrico. Por si fuera poco lo ha hecho con un innovador modelo de producción casi autónomo e intentando llegar a la clase media con gran calidad a un precio competitivo. Como evolucionarán el resto de marcas de todo la vida es ahora una incertidumbre. No parece que sea el mejor momento para invertir en ellas a largo plazo.
Hoteles, restaurantes, marcas de ropa...
En principio, todas las empresas de consumo discrecional tienen en común que se ven notablemente afectadas por el ciclo económico.
Cabe destacar no obstante que las más elitistas suelen verse menos afectadas por el momento económico. Quienes tienen dinero suelen tenerlo siempre.
En cualquier caso cabe mencionar el caso particular de Amazon, cuya capacidad de negocio parece crecer contra viento y marea. Un buen ejemplo fue su evolución durante la paralización de la práctica totalidad de la actividad económica con ocasión del COVID-19. Conviene valorar en este sentido las particularidades del negocio y, al igual que en el caso del automóvil, que implicaciones futuras puede tener la implementación tecnológica en nuestro hábitos de consumo.
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